sábado, 4 de febrero de 2012

La tía Dominga. In memoriam.



La tía Dominga siempre fue una adelantada a su tiempo. Empezó a liarse sus propios cigarillos de PVC mucho antes de que el PVC fuera comercializable. Todos sabíamos de su temprana adicción a los materiales dúctiles -como olvidar aquellas sabrosas tortas de plastelina-, pero aquella sonrisa suya no nos permitía ser demasiado duros con ella. Aquella sonrisa podía moldear nuestra estrechez de miras tan solícitamente como sus solícitas manos moldearon la cera con la que hizo su sillón de cera. Como sus manos moldearon la cera de su parqué de cera, su escritorio de cera, su lámpara de cera y su peluca de cera. No nos sorprendimos aquella noche primaveral en que la vimos cruzar al otro lado de la colina a lomos de un portentoso caballo, asida a la cintura del apuesto príncipe de cera que ella misma, con sus solícitas manos, había moldeado. La tía  Dominga vivió feliz en el país de las sonrisas y las mariposas de cera. 

1 comentario:

  1. Tia Dominga al podeeeeer! Creo que vivió en los años sesenta...me equivoco? Ah, en realidad es atemporal.

    ResponderEliminar