lunes, 30 de enero de 2012

La importancia de una dieta variada y equilibrada en el siglo XXI.


Mi nombre es Chema Jankixhinövelicnâzgulovich. Pero podéis llamarme simplemente Jankixhinövelicnâzgulovich. Soy de la República de Drolvania, de un pueblo pequeñito, al sur de Rivendel. Hace unos días el pueblo fue invadido por un ejército armado de tercermundistas. Había bosquimanos, bolivianos y trasgos. Creedme, estos salvajes no se andan con chiquitas. Las escenas de pillaje y vandalismo se han sucedido a velocidad de vértigo desde que llegaron. He visto violaciones de gallinas, he visto como intentaban prender fuego al césped y también he visto como nos pedían la abolición de la deuda externa. Ha sido horroroso, humillante y espero no revivir jamás esta experiencia.Pero he de decir que no todos los tercermundistas son unos psicópatas que odian el órden. He hecho un amigo que se llama Pepón. Pepón es dulce, aseado, civilizado y me trae los zapatos cuando se lo ordeno.Conoce las leyes de mercado y el teorema de pitágoras. Juntos estamos estudiando el por qué del comportamiento de los seres tercermundistas. La tesis doctoral que hemos emprendido nos va a dar mucho trabajo, pero de momento ya hemos dado con un importante hallazgo: estos seres se alimentan casi exclusivamente de cheetos. Los tercermundistas solo comen cheetos, les encantan. Ahí está el quid de su comportamiento histérico e inestable: no tienen una dieta variada y equilibrada. 

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